El deporte forma parte de la vida de cada vez más personas y cada uno tiene sus gustos y su forma de practicarlo. Uno de los complementos más habituales entre los corredores son los famosos auriculares que, conectados a nuestro dispositivo, nos permiten escuchar nuestras canciones favoritas. Pero, ¿es realmente positivo escuchar música mientras realizamos otras actividades?
Para la ciencia no parece haber una respuesta clara a esta pregunta. Sí existe un gran número de estudios que confirman que escuchar música mientras realizamos deporte es positivo para nuestro organismo. De igual manera, también podemos encontrar investigaciones que afirman todo lo contrario, y que alegan que esta actividad supone una distracción que nos aleja de los objetivos marcados. Podemos llegar a la conclusión de que escuchar música depende mucho del propio deportista, para quien puede ser beneficioso o no.
Para muchas personas el uso de música en actividades diarias es muy positivo, ya que les ayuda a estimular su ánimo e incluso les facilita la realización de tareas que requieren un elevado nivel de atención, como estudiar o practicar algún deporte, ya sea físico o mental.
Quizás el factor menos peligroso de todos ellos sea el de no escuchar a otras personas que corren cerca de nosotros, pero el no oír los semáforos o los coches si nuestro volumen es muy alto sí puede suponer un problema serio, pues podríamos tener un accidente y poner en riesgo tanto nuestra seguridad como la de quienes nos rodean. Además, cuando subimos el volumen para tapar el sonido ambiental también estamos poniendo en peligro nuestra salud auditiva ya que provoca que a la larga el tímpano, que es muy delicado, se vea dañado.
El hecho de no escuchar nuestra propia respiración se posiciona como otro de los grandes problemas de correr con música alta puesto que, como sabemos, es muy importante controlar nuestra forma de inspirar y espirar para no producirnos contracturas y otros problemas físicos.
Otro de los grandes contras de correr con música es la motivación que ésta nos proporciona. Esto suena un poco extraño pero debemos entenderlo en su contexto: es habitual que cuando escuchamos una canción determinada nos sintamos más eufóricos. Esto también ocurre mientras corremos y podría llevarnos a una situación para nada deseable: motivarnos mucho al principio y cuando esas canciones “fuertes” dejen de sonar, desinflarnos y perder el ritmo del entrenamiento. Además, también debemos tener en cuenta que si la música que escuchamos tiene una base de ritmos muy acelerados puede provocarnos un aumento, leve eso sí, de la frecuencia cardíaca, por lo que debemos tener especial cuidado y controlar nuestras pulsaciones.
Uno de los principales beneficios es que la música puede modificar nuestra zancada, de tal forma que ésta se adapta al ritmo de la música. Partiendo de esta idea, y gracias a diversas aplicaciones, en la actualidad podemos encontrar un sinfín de listas de reproducción muy variadas en cuanto a géneros musicales que incorporan canciones movidas y de tempos ágiles que nos ayudan a conseguir un ritmo continuo y elevado durante toda nuestra sesión de entrenamiento.
A la hora de practicar el running, uno de los hándicaps que muchas veces se ven obligados a superar los corredores es el de la soledad. Hay deportistas que a pesar de disfrutar mucho practicando deporte no encuentran el mismo interés cuando deben hacerlo de manera individual. Seguro que más de uno de vosotros ha cancelado una sesión de entrenamiento después de que vuestro compañero o compañera de fatigas os informara de que no podría acompañaros. No es una situación extraña, aunque a muchos deportistas les cuesta reconocer que no son capaces de salir a correr solos. Para todos ellos la música puede ser una gran solución, y es que escuchar canciones mientras corremos nos genera la sensación de estar acompañados.
Otra de las ventajas, quizás una de las más importantes, es que se engaña al tiempo. Las canciones tienen una duración media de 3 minutos y los álbumes normalmente rondan los 45 minutos por lo que después de unas cuantas canciones ya habremos estado ejercitándonos una cantidad de tiempo considerable sin casi darnos cuenta. Esta idea es muy importante porque es habitual que a mitad del entrenamiento el cansancio, tanto físico como mental, se apodere de nosotros, sobre todo si estamos llevando a cabo una sesión de entrenamiento muy intensa o larga. La música en este caso nos ayuda a evadirnos, a concentrados en la melodía y a alejar de nosotros los pensamientos negativos.
Como podéis ver, hay ventajas muy interesantes en el uso de la música como acompañamiento en nuestras rutinas deportivas pero también tenemos que tener otros aspectos en cuenta para no sufrir ningún susto ni castigar en exceso a nuestro cuerpo, sobre todo a nuestros tímpanos. La elección queda en vuestra mano... y en vuestros oídos.