Crónica de la V Maraton Cabberty Ciudad de Málaga 2014, Domingo 7 de diciembre.
Cuando alguien persigue el sueño de llegar a superarse a sí mismo, de cruzar metas que muchos no se atreven o simplemente no quieren, de conocer donde está el límite y al mismo tiempo de conocer cómo funciona tu cuerpo, tu mente, la capacidad para vencer adversidades, llegan estos retos, correr un maratón, ¡cómo suena esta palabreja!
Al Maratón hay que llamarlo más que por su nombre por todo lo que engloba dentro de sí, emociones, sentimientos unas veces afines a tu forma de ver la vida con optimismo, otras sin embargo contradictoria, cubiertos de negatividad y pesimismo ante el miedo a no saber dar respuesta al porqué de esta nueva aventura cuando se ha podido estar en otros menesteres mas suculentos.
Por ello desde estas líneas quiero a quien se inicia o piensa que esto es imposible, compartir mi experiencia como atleta popular, de esos que cada día buscan tiempo de donde no lo hay, que intenta darlo todo en los entrenamientos, superarse día a día disfrutando de lo que el atletismo me ofrece, algo tan importante como calidad de vida, salud, valor, valentía a la hora de afrontar la vida cotidiana, amistad...
Esta temporada la planificación no va de mi mano, como en estos años atrás, me busqué un aliado fuerte y con energía que supiera llevarme por los mejores caminos, aprendiendo de su sabiduria y su experiencia. Siguiendo la preparación de cara a bajar mi primera y única marca de 3:36 horas, pasaron unas diez semanas hasta llegar a esta suntuosa invitación. Han sido semanas muy intensas en la que cada zancada, cada kilómetro sumaba, en la que imaginaba como en los sueños de Peter Pan una llegada triunfal a meta con los brazos en alto en señal de victoria. El camino ha sido largo pero fructífero, venciendo miedos, superando barreras, sufriendo en ocasiones, disfrutando en otras, todo para acudir a esa llamada con todas las garantias.
La última semana me imaginaba por esas calles de Málaga, los nervios estaban a flor de piel, los rodajes suaves se hacían interminables porque mi corazón deseaba ir rápido, pero mi mente no se lo permitia, no podía arriesgarme a tirar todo por la borda en la última semana. Ya el miércoles empezamos a ultimar detalles como la descarga muscular para que mis piernas rindieran al máximo.
Llegó el sábado, a las ocho de la mañana emprendimos rumbo a Málaga; un viaje distendido donde no faltarón las risas, charlas... A la llegada nos encontramos con la ciudad engalanada para la ocasión, mostrando la proximidad de las fiestas navideñas, repleta de turistas, y entre ellos nosotros los nobles guerreros dispuestos a conquistar sus calles y vencer cualquier adversidad.
Tras una noche durmiendo relativamente poco me levanté a las seis a desayunar y empezar a terminar de colocar la equipación, geles, dorsal demás menesteres con el fin de que no faltara nada y pudiera llevar al traste la prueba.
Y por fin llegó el momento, pistoletazo de salida con casi tres mil corredores dispuestos a cumplir con la llamada de Filipides y a luchar contra el “monstruo”. Me sitúo en la zona media en las 3:30 horas, en principio no conozco a nadie, pero pasados unos metros alguien me da por la espalda saludándome, es un compañero de un pueblo cerca del mío con el que he coincidido en otras pruebas. Comentamos un poco cada uno cómo la íbamos a llevar a cabo.
Sigo en solitario y empiezo a soltar lastre de estos dos primeros kilómetros un poco lentos para mí, ya que el objetivo era mantener un ritmo de 4:45 y apretar en la última media maratón, pero me encontraba con muy buenas sensaciones y probé bajar tres o cuatro segundos a medida que iba avanzando, sin abusar, porque aun quedaba mucho.
Entro en el kilómetro 9 y comienzo a hidratarme, iba bien pero no podía dejar que la bestia me venciese. Estos kilómetros hasta el catorce discurrieron por una avenida en la que unos iban y otros veniamos, un espectáculo ver tanta gente dispuesta a luchar fuera cual fuera su nivel. Allí estaba mi pareja junto a mis guerreros preferidos, que me animaban sin cesar.
Llegamos al lugar de la discordia, Avenida Manuel Alvar, Calle Marilyn Monroe, Calle Miguel Mérida Nicolich, calles próximas al Palacio de Deportes Martín Carpena, donde la organización comete un error brutal, fallo en la señalización del recorrido, la moto de cabecera se equivoca y los que le siguen corren setecientos metros menos, siendo descalificados veintisiete corredores.
Pasada la primera media en 1:39 horas y ya repuesto con un gel, continúo incrementando el ritmo hasta 4:40, aún quedaba mucho para vencer a la bestia, tenía fuerzas, aunque en el kilómetro 23 me encuentro un tramo con un par de subterráneos, que me hacen subir un pelín, pero que luego me dejan tregua para volver a lo pactado. Vuelvo a la carga, pero ya se van notando los kilómetros, no me puedo dejar vencer ante la adversidad, esta vez iba a salir todo bien, había hecho los deberes antes y había seguido todos los consejos y nada podia fallar si fallaba era yo, eso no lo podía permitir.
Adentrados en el kilómetro 32 empieza la lucha, un subida de tres kilómetros de ésas que parece que no te enteras cuando vas fresco, pero cuando ya llevas treinta y dos se nota. En lugar de achantarme ante tal hachazo intenté con suerte y aún con fuerzas, no bajar el ritmo, aun quedaba un largo trecho y si no dosificaba se me iba hacer muy duro.
Como dice el refrán, después de una gran tormenta una gran serenidad, pues si, acaba la falsa rampa y hacemos un giro de nuevo en la misma Avenida Jacinto Benavente hacia el Paseo de los Martiricos, para adentranos en mi zona preferida donde seguro que estaba mi pareja y amigos esperándome. Era la zona de la Plaza de la Merced, la famosa Calle Larios, hasta llegar al Paseo del Parque en la que estaba la meta, ciertamente preferida, pero esas ganas de seguir luchando con cada zancada con el fin de vencer a la bestia, me coloco a un ritmo de 4:35, iba bastante cómodo a pesar del cansancio, la lucha continuaba, ni mucho menos iba a ser fácil, quería llegar en el tiempo pactado aunque los kilómetros no me coincidían con los de la organización, pero me daba igual había que seguir restando y apretando aunque hubo un momento en que los gemelos hicieron un amago de subirs. A regular y a seguir, la bestia estaba ya agonizando solo quedaba rematar la faena y darle la puntilla en la última recta.
Finalmente, llegando a pocos metros estaría mi gran recompensa mi pareja, mis guerreros abrazándome y felicitándome por la hazaña, haber vencido al monstruo en 3:21:24 con un ritmo de 4:42 de media, y celebrándolo en esta gran ciudad que nos acogió entre sus gentes haciéndonos disfrutar de su gastronomía y mostrando lo mejor de sí, a pesar de los fallos en el evento desluciendo el final. Pero estas cosas pasan y estoy seguro que a mí no me quitaron la sonrisa ni mi sueño de haber completado de nuevo un maratón, acabando con muy buenas sensaciones y deseando ir por otro. Un final feliz en un fin de semana de diciembre inolvidable con gente maravillosa porque afortunadamente quien persigue un sueño tarde o temprano llega a cumplirlo. Voy por la segunda maratón, pero seguiré soñando en una nueva lucha que ya compartiré en el próximo capítulo que como las grandes novelas.. to be continued.
Agradecer a toda mi familia; Victoria, Jorge, Cristina; mis padres apoyándome día a día en esta aventura; a los acompañantes Diego Galindo Ortiz, Juani Nogales Fuentes, José Calvo, Martina Cidoncha, Maria Calvo; además de mi entrenador D. Manuel Valentín Ordiales Nieto al que admiro y al que en una gran parte le debo este resultado; a Pedro Becerra al que en la confianza que tengo depositada en él tanto como persona como profesionalmente, es muy grande por el gran trabajo que hace conmigo; a mi dos familias atléticas, Asociación Deportiva Tierra de Barros y al Grupo de Entrenamiento de la Asociación Deportiva Arte Físico.