Mi primera maratón, Praga 2012

Llegué desde Madrid el viernes sobre las 19 horas y me alojé en el Hotel Jalta, a sólo 7 minutos andando de la salida de la Maratón, en la Plaza de la Ciudad Vieja.

El sábado por la mañana realicé el rodaje habitual antes de una competición, 40 minutos en el parque Riegrovy Sady, muy cerca del hotel. Algo de lluvia fina, pero temperatura excelente. Después del estiramiento y la ducha, fui a recoger el dorsal a la feria del corredor. Por la tarde aproveché para dar un paseo por los últimos 2 kms de la maratón, todo adoquín hasta casi la recta final. Este paseo, a la postre, resultó ser muy importante. Por supuesto, cené pasta, al igual que comí ese día y que cené el día anterior. La ciudad está repleta de restaurantes italianos, de excelente calidad. El precio de las comidas es bastante más bajo que en Madrid.


Domingo. Salida del hotel a las 8:15 horas, 10ºC de temperatura. Intervalos de nubes y sol. Climatología ideal para una maratón. Última revisión: tres geles que tomaré divididos en una mitad cada 5 km a partir del km 15. Me han ido muy bien en las medias maratones que he disputado. Los geles de glucosa son un suplemento muy personal que depende de cada persona. Mi consejo es que probéis el resultado en las competiciones previas al día de la maratón. Este día no es para hacer experimentos.


Después de un calentamiento leve y de esperar unos 20 minutos en una cola para los baños, me despido de mi hermano, de mi entrenador, que me arenga con los últimos consejos: “Acuérdate de todo lo que has entrenado, sobre todo cuando vayas sufriendo. Hay que dejarse la piel. Hazlo bien y lo lograrás”. Mi hermano se va al cajón B, al lado de la élite. Yo al cajón E. No tengo ninguna marca acreditada ya que soy debutante. En la inscripción declaré a la organización que mi objetivo era 3h 30’.


Estoy en un lateral de la Iglesia de Tyn. Miro al cielo. Mi cajón comienza a moverse muy despacio. Dos minutos y medio después paso por línea de salida y pongo el crono. La estrategia es clara: correr en capacidad aeróbica hasta la media maratón; cambiar a potencia aeróbica hasta el km 35 y después, realizar el último tramo a tope.


Comienzo muy despacio. Incluso por debajo de mis pulsaciones objetivo. El adoquín, que va a estar presente en todo el trazado, me da la bienvenida. Las vías del tranvía también serán un hándicap y habrá que tener cuidado. En el lateral, mi novia y mi cuñada me esperan para la foto y me animan. La afición es lo más importante y han venido aquí para animarme... ¡y lo están haciendo muy bien! Completo el primer km en 4:53. Muy lento. Es cuando me doy cuenta que voy en un cajón equivocado.


La llegada al Puente de Carlos es espectacular. Un mar de corredores delante y a los laterales el río Moldava, que me escoltará durante casi toda la maratón. Precioso. Paso por el km 4 y, de nuevo, mis chicas vuelven a animarme al paso por el túnel. Durante el primer 10.000 se suceden subidas y bajadas, ninguna subida fuerte. Completo mi primer parcial de 5 k a 4:45/km).


En los avituallamientos, la gente se acumula y hay que estar muy atento y evitar un choque fortuito. Cerca de esos avituallamientos, casi siempre habrá música, orquestas en directo. Praga es la ciudad de la música y lo hacen notar. En los primeros kms anima, la cosa cambiará cuando estemos sufriendo algo más. Además, las orquestas a veces, se pondrán en sitios molestos para el paso de corredores y cuando vas muy justo.


Antes del km 10 hay un punto de cambio de relevos, y el trazado se estrecha porque los corredores que esperan su relevo no respetan las marcas delimitadas. Ahora no hay problema. Pero el relevo del km 30 seguro tendré menos lucidez para esquivar a la gente. Paso por el km 10 en 46’ 41’’ (mi tiempo esperado era 47’ 30’’). Este segundo parcial de 5k también ha mejorado: 22’ 56’’ (4’ 35’’ el km). El primer paso por la meta es en el km 12 y mis chicas están por aquí de nuevo. Más fotos y saludo: “Voy muy bien”, grito. Y es que es cierto. A pesar de los toboganes entre el km 10 y el 20, tengo la carrera muy controlada. Las caras de los de mi alrededor ya me son familiares. Esa gente que lleva tu mismo ritmo será una buena referencia visual durante toda la carrera y te dará una buena sensación de cómo vas. Al paso por el km 15 me tomo la primera mitad del gel. Sigo completando los kms entre 4:30 y 4:40. Tercer parcial en 22’ 55’’ (casi clavado al segundo).


Llego a la media: 1h 38’, (estimado 1h 40’). Muy buen tiempo. Hasta ahora llevo un ritmo de 4’ 38’’ el km. No es muy alto pero me permite llegar al ecuador de la carrera casi intacto. Comienzo a tener un pequeño dolor en las rodillas, pero es leve. Intento a partir de ahora fijarme en la postura. Apago el pitido del pulsómetro y cambio a potencia aeróbica. Subir de pulsaciones para tratar de ir igual de deprisa. Me cruzo con otro corredor con la camiseta de la San Silvestre de Madrid y también le saludo. Es otra de las cosas que me encantó de una carrera internacional, te cruzas con corredores de todas las nacionalidades. Y ahí está tú, en parte, representando a tu país. Otra mitad del gel más y continuamos.


Desde el km 24 tengo un leve dolor en la pierna derecha, espero que no vaya a más. Llevo viendo desde hace rato a un polaco delante y le tengo a tiro. Ha bajado el ritmo claramente. Le alcanzo y estaremos juntos hasta el 35. Junto con él, formaré un curioso grupo con un belga a la cabeza. Como los profesionales en la TV, instintivamente iremos turnándonos para tirar de ese minipelotón. Completo el quinto parcial en 4:33/km.


El paso por el 30 es de escándalo. Esto puede ser un marcón de escándalo. ¿Dónde está el muro? He venido a experimentarlo. Nunca me he fiado de lo que me contaron. Aquí estoy, comprobándolo... Mi grupo de unos diez corredores se estira y el polaco comienza a hacer la goma. Va sufriendo mucho. Su cara lo dice todo.


El dolor en la pierna ha desaparecido pero ahora, llegando al 34, noto mucha rigidez en los cuádriceps y tengo muy cargadas las rodillas. Me preparo para cambiar de pulso e ir a tope en el km 35, pero tengo miedo de romperme. No sé si estoy en condiciones de correr 7 kms más a tope. Voy peor de lo que pensaba. Aun así, mi siguiente parcial lo completo 4:42/km, lo que confirma que sigo sin derrumbarme. Km 35: 2h 42’. La última mitad del gel para adentro en el avituallamiento del 35. Voy en piloto automático. Cada adoquín, cada curva, cada mal pisada, me genera un dolor muy fuerte, sobre todo en las articulaciones. En los avituallamientos ralentizo la marcha, porque cualquier empujón haría que me cayese al suelo... y seguro que no me levanto. A partir de ahora se acabó observar el paisaje: mis ojos miran el reloj, el cartel de los kms y al tío que tengo delante. Me concentro muchísimo y trato de hacer sumas. Es una manera de saber si aún tu cabeza está fresca.


Todo este recorrido me suena. Lo recuerdo desde el km 4. Ahora sí que es la hora de la verdad. “Las marcas se ganan o se pierden con fatiga muscular”. Gran frase de mi hermano. Si has ido pasado de rosca antes, aquí lo vas a pagar caro. Puedes perder todo lo que has ganado. Además, entre el 37 y poco antes de meta, el adoquín será el mayor enemigo de los corredores. Comienzo a tener una sensación de estar en ese límite de que se te va a montar algún músculo. Quiero creer que todas las pesas que he hecho durante mi preparación me van a ayudar. Voy muy muy rígido. Pensaba que llegado este momento, me acordaría de los míos, de todo el esfuerzo, de todo el entrenamiento de un año entero, de la gente que me ha animado... Pero no. Estoy en blanco. Sólo me concentro en cada zancada, en cada pisada. Y llego al km 40 conservando un excelente 4:38/km, con la confianza de que voy a llegar a meta y que, además, lo haré con un tiempo bestial.


El análisis que realicé el día anterior de los últimos 2 kms está siendo básico. Todo me es familiar. Veo el cartel del 41 y decido tirar para adelante apretando con todo lo que tengo. Dejo al ya muy reducido grupo que me acompañaba desde hace muchos kms y que tanta compañía silenciosa me ha hecho. El belga, el polaco, etc. los dejo atrás. ¡Vamos, vamos! Giro a la izquierda y enfilo la recta final. Se acabó el adoquín que tanto me ha castigado los tobillos. Espectacular llegada. Veo de fondo la pancarta de meta y la Plaza. ¡Todo el mundo en los laterales! Escucho a mi novia “¡Vamos Rober!”. Ni la miro. No me atrevo a mirar a los lados. El reloj de la carrera que veo al fondo marca 3h 18’. ¡Pero qué marcón! ¡Piso la lona azul y todo el mundo gritando! ¡Sí, señor, lo he conseguido! Firmo un excelente 3h 15’ 50’ en mi primer debut.


Cruzo muy desorientado y buscando líquido. Una amable niña me pone la medalla y una manta térmica. Una foto para el fotógrafo. Un poco más adelante veo al resto de la afición. Mi hermano Jorge que ha completado su mejor maratón en 2h 55’ y a su mujer Sonia. Todos nos abrazamos emocionados. Después llega Carmen, mi novia. A ella le dedico en ese momento el mayor abrazo que he dado en mucho tiempo. Todo el esfuerzo, los días de entrenamiento, de dejar de verla, de supeditar sus planes a los míos... todo eso ahora merece la pena. Ella está aquí conmigo y yo lo he conseguido. Sólo por ese momento, ha merecido la pena toda esta preparación.


Completé la segunda media maratón un minuto más rápida que la primera. Ni en mis mejores sueños me había planteado un escenario tan ideal. Técnicamente una carrera perfecta. Adelantando a 405 personas, completé el recorrido siendo el 615 de 5624 personas que llegaron a meta.



Roberto García Juanino
http://esamaraton.blogspot.com
Praga, 13 de Mayo de 2012



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