La fuerza del corazón

El Maratón de Buenos Aires es una de las pruebas más importantes de la Argentina y despierta el interés y la participación de unos 8000 atletas de todo el mundo, con recorrido por los lugares más emblemáticos de Buenos Aires.


Encaré mi preparación en junio, después de haber corrido en Rosario en mayo, cuestas, fondos largos y gim, fueron los principales sostén de mi entrenamiento, junto a Jorge Oroz, atleta amigo, nos preparamos a la par, aumentando en tiempo e intensidad. Lluvia, granizo, viento y días soleados nos fueron dando fortaleza mental y nada nos sacaba del gran objetivo. Ésta para mí iba a ser mi 13ª maratón, aunque considero que nunca tenemos que subestimar lo que tenemos por delante. Hasta el momento mis tiempos en 42 km fueron entre 3hs09m y 3hs22m y en esta ocasión quería bajar las 3hs15m.


La fecha se acercaba y un atleta de Coronda, Santa Fe, de nombre Claudio Ayala se ofreció a acompañarme para ser mi guía en la carrera, ya que soy no vidente y el guía es parte importantísima para correr, ellos también son atletas, pero de una raza distinta, porque se despojan de lo personal y se prestan al servicio de uno, ellos son los ojos de uno. La mecánica que se utiliza es una soga que tanto él como yo la llevamos atada a la cintura y corremos a la par.


Llegué a Buenos Aires el día previo a la carrera para retirar el kit con el dorsal número 6353.
La mañana del domingo arrancó a las 5:00 h., luego mate con mi hermana María.


Con Claudio coordinamos encontrarnos al pie del globo de largada para entrar en calor unos minutos antes de salir a competir, una llovizna nos acompañaba, algo molesta pero soportable, sería compañera durante varios kilómetros. La tensión en la largada iba en aumento y mi corazón se salía de mi pecho, el griterío a mi alrededor era insoportable, quería largar ya. Saludamos algunos rivales, en total éramos ocho, cosa que me provocaba tensión, porque solo tres íbamos a tener la suerte de subir al podio. Argentinos, chilenos y uruguayos estaban ahí, con el mismo apetito de ganar como yo.


La cuenta regresiva estaba en marcha y salimos, la salida fue algo desprolija, algunos de mis colegas se llevaron a los atletas en silla de ruedas por delante y cayeron. Nos alejábamos y el ruido quedó atrás, pero lo único que venía detrás eran los 8000 atletas, prontamente nos empezaban a pasar los que corrían a mas ritmo que nosotros, yo llevaba una planificación de carrera en mi mente y se iba cumpliendo.
Pasé los primeros 5 km en 21 minutos y luego los 10km en 44, hasta acá todo salía al pie de la letra. Ya en cercanías del Obelisco la gente no paraba de alentar y era lindo escuchar, eso para nosotros es un combustible extra, a algunos conocidos reconocía por la voz y como me tiene acostumbrado ahí estaba Fernanda Bretschneider coterránea de Necochea. Otros también nos alentaban y seguíamos dándole duro, de a poco Plaza de Mayo, Casa de Gobierno quedaban atrás y ya rumbeábamos hacia La Boca, km 13, 14 y 15 sin novedad, todo viento en popa. Pasamos por Casa Amarilla y el paso por la bombonera era inexorable, mi Boca querido. Muchos tramos de la carrera corríamos en grupo y esto a veces es peligroso porque en un instante perdí la vertical y me caí, un pequeño pozo me esperaba con la boca abierta y chau al piso, de inmediato me levanté porque tenía miedo que otros que venían atrás me pisaran, con las manos un poco raspadas y mi rodilla izquierda dolorida fui superando el traspiés y prontamente los ritmos continuaron.


Km 18, 19 y 20 sin novedad, ya estábamos cerca de la mitad de la carrera pasamos el km 21 en 1hs37m y no estaba nada mal, con Claudio nos complementábamos bien. Metros más adelante teníamos los puestos de frutas y cuando nos prestábamos a agarrar unas bananas un corredor se adelanta a nosotros y me lo llevo por delante, por consiguiente lo golpeo muy fuerte con mi mentón, la pera y mis labios lastimados más una nueva caída hacia atrás, mi codo golpeaba fuerte el asfalto y rápidamente Claudio me levantó, a las rengueadas continué y poco a poco recuperé mis ritmos, hasta que en el km 23 la rodilla le dijo basta a Claudio, el panorama se puso negro y un dolor intenso lo dejaría sin poder acompañarme. Le pedimos ayuda a otro atleta que nos pasaba y tomó la soga para que yo siguiera en la carrera, después me enteraría por Claudio que lo llevaron en ambulancia al Santojani para asistirle.


Volviendo a la prueba y tratando de superar estas situaciones con mi nuevo guía, Víctor Evangelista, de la ciudad de Mar del Plata, alguien que no conocía, él sin importarle esto me encaminó nuevamente. Los ritmos con Víctor fueron importantes y me guiaba bien.
Kilómetros más adelante una contractura en su gemelo le jugaría en contra y mi panorama de carrera no era bueno. El traspaso de la soga a otro atleta era inminente, después de algunas respuestas negativas, un corredor dijo que sí, un ultra maratonista se convertía en mi nuevo guía, de nombre Mauro Tabbita y de una gran generosidad, como la de Claudio y Víctor. Nos quedaban 14 km, los más duros, en donde el agotamiento se apodera de los músculos, es donde el espíritu surge y te sobrepones, todo se supera.


Mauro me alentaba y cada vez se entusiasmaba, la gente alentaba y el corazón se inflaba. Km 33 alguien a mi derecha me gritaba: "Dale, solo te quedan 9 km", y me repetía 9, 9, 9, escuchar eso me inyectaba los músculos y mis piernas respondían, así pasábamos el km 34, 35, 36, 37, y los parciales marcaban 4m30s el km.


Ya faltaba poco solo 5 km y la gloria me esperaba, km 38, 39 y 40... detallo son para mí durísimos porque cada 50mts hay lomas de burro y son complicadas para mí, pero ahí las superábamos, sabía que luego de este tramo agarrábamos la avenida F. Alcorta, solo 2km y 195mts, ya no quedaba nada, Mauro me alentaba, yo sacaba fuerza de donde sea.
Km 41 y ya escuchaba el sonido de la música de la llegada entre gritos de aliento. 3hs12m marcaba el reloj de Mauro y me faltaban 700mts y ya lo tenía, pensar en mi flia me daba fuerza, ahí estaba también María y la escuchaba, en ese momento tan sublime las emociones son muchas y los aplausos y el griterío me envolvieron y me cobijaron en otra meta superada.


Destaco una vez más la colaboración de Claudio, Víctor y Mauro, partes muy importantes de este logro, les dedico con mucho agradecimiento a Jorge Oroz, Martin Chiaradia profe del gym, a mi flia, Mario Castigliego entrenador, a mi querida Delfo, a las empresas que me ayudan, a la gran hinchada que siempre me alienta y a todos lo que me quieren.


Resultados de la maratón: 2º en mi categoría, detrás de un no vidente de Chile, y en el puesto 413 de la general, con un tiempo de 3h15m53s.


José Luis Urteaga
Buenos Aires, 7 de Octubre de 2012



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